Este es un sms para mi familia y para Sara. Queridos, don´t panic, he llegado a Chelmsford sana y salva. ¿Cómo? Todavía no lo sé, pero me siento orgullosa de mí, de mi orientación (sí, lo digo en serio) y de mi instinto de supervivencia.
Para todo aquel que esté pensando «qué dice esta loca del coño», me explico.
4:00 am. Me levanto del sofá de Sara y Saúl después de haber dormido 3 horas, medio zombie y confundiéndome con los múltiples interruptores de su casa (accioné la pantalla del proyector y creo que desperté a todo el vecindario en mi intento de encender la luz), y Sara y yo cogemos su súper cochazo de futbolista sexy y nos disponemos a ir hacia Barajas cuando… «Reserva, tiene gasolina para 9 km». Recorrer el trozo entre Moncloa y la gasolinera del Pardo en punto muerto y rezando para llegar al aeropuerto fue nuestra única alternativa.
No preocuparse, que llegamos a tiempo, me despido, cojo mi macuto de doscientos kg, me meto a la t1, cruzo el control de seguridad, pita el escáner (cómo no iba a pitarme a mí), me cachean, me vuelvo a vestir, y, cuando me dispongo a buscar mi móvil para informar a mis padres de que ya voy camino a la puerta de embarque…MOMENTO PÁNICO, EL MÓVIL NO ESTÁ EN LA MOCHILA.
Efectivamente amigos, me disponía a coger un avión y tenía que llegar a una dirección desconocida (apuntada en mi móvil) de Kilburn Park, y luego a otra en Chelsmford, sin saberme los números de mis amigas, sin tener ni puta idea de cómo llegar, y la guardia civil me ha informado de que en Barajas (perdón, Adolfo Suárez- Barajas), no hay ni una puta cabina. BIEN.
Menos mal que la gente es generosa y, gracias a varios buenos samaritanos con móviles prestados, y gracias a que como soy una curranta de mierda llevaba la agenda encima con el número de Sara, he podido localizarla y conseguir los dos números españoles de mis amigas.
A base de sucesivas peticiones de móviles a desconocidos, en Stansted, en Baker, en Killburn…he conseguido llegar,eso sí, no sin que por el camino se me rompiera la correa de la mochila, el karma no me lo quería poner fácil.
Pero he llegado, he localizado las casas de mis amigas, me he pateado medio Londres con 20 kg a la espalda…¡Y me he hecho la foto en el andén 9 y 3/4! ¡Vamos ya!
Cabe la posibilidad de que cuando llegue a Madrid me hayan despedido, porque no sé qué coño pasa con mi e-mail del curro, pero, después de haber sobrevivido al día de hoy, coleguis, me siento lo suficientemente superpoderosa como para sobrevivir a un huracán.
Que os vaya lovely.