Drogas! Drogas duras Uh Uh!

Eso es lo que cantaba mi cerebro ayer a las 11.00 de la mañana, cuando, por primera vez sentí en mis carnes (y en mi alma, que aunque sea chiquitita y remolona, la tengo) el efecto de la anestesia que una enfermera tuerta (que tuvo que pincharme 4 veces para encontrarme la vena) me introdujo en el torrente sanguíneo.

A los, no exagero, ¿2 minutos? Estaba volando hacia los mundos de Yupi. No me molestaban los tubos de oxígeno de mi nariz (por cierto, el oxígeno huele a platicazo que da gusto), ni el tubaco que me habían atado a la cara y por el que se disponían a meterme una manguera con cámara para arrancarme un trozo de estómago.

El caso, que flipé en colores.

No recuerdo nada de la «operación». Pero lo mejor es que no sé cómo coño llegué a mi casa. Sé que salí del hospital por mi propio pie, me quitaron las vías y las cosas, y volví a casa con mi madre en el coche, pero no me acuerdo de absolutamente NADA.

Vivan las drogas duras, porque no lo venden así como así en la farmacia, que sino, con los días que estoy teniendo…me compraba un chute de lo que fuera que me metieron ayer y…hastaluego quebraderos de cabeza.

¿Es coña?

Caja50_01Domingo, 00:03 de la noche, y no puedo dejar de pensar en la razón que tenía la madre de Forest Gump con eso de que «la vida es como una caja de bombones».

Un día puede tocarte uno de almendras que haga que te relamas del gusto, o de chocolate blanco, día en que irás cantando por la calle. Pero luego están los días en los que metes la mano en la caja sin prestar atención y te toca uno de licor, que te hace entrecerrar los ojos, cagarte en la puta, y poner la cara de el Fary chupando limones.

Y es que la vida no deja de sorprenderme. Cuando creo que algo no va a pasar, pasa, y cuando ardo en deseos de que algo suceda, los grillos cantan un cri cri y yo me quedo con cara de gilipollas.

No entiendo nada.

Sólo entiendo que durante el transcurso de estos 4 meses en los que mi vida ha dejado de ser lo que era, he aprendido que nada es predecible, que el destino no existe, y que todo depende de las decisiones que tomamos nosotros. De las decisiones que tomas tú mismo.

Las decisiones son múltiples, y el ruido que se genera a su alrededor incesante. Si preguntas opiniones, recibirás mensajes de todos los tipos y fuentes, pero la decisión final la tienes tú. La caja de bombones te pone a prueba, en tus manos está el no ser goloso.

Y una cosa os voy a decir, no sé prácticamente nada de la vida, no soy quien para dar consejos, ni siquiera a mí misma, y en estos momentos estoy con el cerebro caóticamente comprimido por todo lo que se me ha venido encima estas dos semanas con proyectos y sucesos de diverso calibre, pero si hay algo que sé a ciencia cierta,

es que siempre he sido más de salado que de dulce.

Odisea británica o «Déjate el móvil en Madrid y vete a Londres, a ver cómo llegas»

descargaEste es un sms para mi familia y para Sara. Queridos, don´t panic, he llegado a Chelmsford sana y salva. ¿Cómo? Todavía no lo sé, pero me siento orgullosa de mí, de mi orientación (sí, lo digo en serio) y de mi instinto de supervivencia.

Para todo aquel que esté pensando «qué dice esta loca del coño», me explico.

4:00 am. Me levanto del sofá de Sara y Saúl después de haber dormido 3 horas, medio zombie y confundiéndome con los múltiples interruptores de su casa (accioné la pantalla del proyector y creo que desperté a todo el vecindario en mi intento de encender la luz), y Sara y yo cogemos su súper cochazo de futbolista sexy y nos disponemos a ir hacia Barajas cuando… «Reserva, tiene gasolina para 9 km». Recorrer el trozo entre Moncloa y la gasolinera del Pardo en punto muerto y rezando para llegar al aeropuerto fue nuestra única alternativa.

No preocuparse, que llegamos a tiempo, me despido, cojo mi macuto de doscientos kg, me meto a la t1, cruzo el control de seguridad, pita el escáner (cómo no iba a pitarme a mí), me cachean, me vuelvo a vestir, y, cuando me dispongo a buscar mi móvil para informar a mis padres de que ya voy camino a la puerta de embarque…MOMENTO PÁNICO, EL MÓVIL NO ESTÁ EN LA MOCHILA.

Efectivamente amigos, me disponía a coger un avión y tenía que llegar a una dirección desconocida (apuntada en mi móvil) de Kilburn Park, y luego a otra en Chelsmford, sin saberme los números de mis amigas, sin tener ni puta idea de cómo llegar, y la guardia civil me ha informado de que en Barajas (perdón, Adolfo Suárez- Barajas), no hay ni una puta cabina. BIEN.

Menos mal que la gente es generosa y, gracias a varios buenos samaritanos con móviles prestados, y gracias a que como soy una curranta de mierda llevaba la agenda encima con el número de Sara, he podido localizarla y conseguir los dos números españoles de mis amigas.

A base de sucesivas peticiones de móviles a desconocidos, en Stansted, en Baker, en Killburn…he conseguido llegar,eso sí, no sin que por el camino se me rompiera la correa de la mochila, el karma no me lo quería poner fácil.

Pero he llegado, he localizado las casas de mis amigas, me he pateado medio Londres con 20 kg a la espalda…¡Y me he hecho la foto en el andén 9 y 3/4! ¡Vamos ya!

Cabe la posibilidad de que cuando llegue a Madrid me hayan despedido, porque no sé qué coño pasa con mi e-mail del curro, pero, después de haber sobrevivido al día de hoy, coleguis, me siento lo suficientemente superpoderosa como para sobrevivir a un huracán.

Que os vaya lovely.

Teatro macabro y a la vez molón

cartel-mbig-okQuién iba a pensar que algo descrito como “una reinterpretación moderna y centrada en el ámbito empresarial de Macbeth” iba a ser tan, tan, pero TAN, pepino.

Nunca antes había visto tanto teatro, de hecho, soy una novata en esto de ir a una o dos obras por semana, pero, de lo poco que he visto, esto es lo que más me ha gustado, ¡y con diferencia!

Pasé miedo que te cagas en algunas escenas, sí, miedo, como leéis. El “teatro” es una casa y te van cambiando de habitación de escena a escena, y algunas, son realmente a-co-jo-nan-tes. Pr no decir que los actores…Châpeau, todos debuti. Aunque me gustaría hacer mención especial a las dos brujas peinadas como mi abuela Mari, y a lady Macbeth, que hacen un papelón de órdago y consiguen ponerte la piel de gallina. Vale que de miedo, y no de emoción, pero es igualmente impresionante.

El caso, que igual que os digo que no vayáis NI BORRACHOS al musical de “El otro lado de la cama”, donde querréis morir y os hundiréis en vuestros asientos de vergüenza ajena, os recomiendo encarecidamente que vayáis a ver M. Big. Que son 20 pavos, sí, pero muy, muy merecidos.

«La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada»

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Un vuelco radical.

Así es la vida. La verdad es que no sé por qué me sigo sorprendiendo de estas cosas. Bueno, sí, sí lo sé, porque tengo complejo de Peter Pan y porque, en esta ocasión, el vuelco ha sido total y absoluto. Vamos, que la piragua se ha quedado boca abajo… Y me han salido branquias.

Hoy es mi cumple. 26 años, sí. Y aquí estoy, en la oficina, con una tostada mental gigante (porque Antena3 se empeña en poner “Bajo Sospecha” a las 22.45, que explicarme qué mierda de horario es ése) deseando salir escopetada a Madrid a celebrarlo con mis coleguis faranduleando un poquito.

Estoy que no puedo parar quieta, creo que el día de tu cumpleaños deberían dártelo libre por ley, eso es así. Porque…no estás a lo que estás y el móvil no deja de zumbar, que necesitas llevar dos baterías de repuesto en la mochila. Como dice mi amigo Vani, tendré fe y cruzaré los dedos, con Pablo Iglesias todo es posible.

El caso es que llevo tres días sin dormir, mirando muebles de Ikea y electrodomésticos del Mediamarkt, y asumiento que los primeros meses no van a ser de independencia, sino más bien de supervivencia. Pero …. psche, no preocuparse, que vengo entrenada tras 19 años de campamentos, y si tengo que montarme una “Two Seconds” en la cocina/salón (porque es lo que es, una cocina/salón to junto) de mi zulo, no tengo ningún problema. ¡Y si no es Two Seconds también! Clavo las piquetas en el jodido suelo de baldosas como que me llamo Lucía Rodríguez Silvestre.

Estoy cagaíta, pa qué negarlo. Si es que la que se me viene encima…además, mi madre, que parecía satisfecha con la elección, ya ha empezado a recular y a meterme presión para que me vaya a un chalé a la Moraleja, mi jefe, desde México, parece decidido a darme por culo día tras día, y el estrés de la obra… ¡Ambiente perfecto para dormir oye!

Pero estoy feliz, muy feliz. Porque hoy cumplo 26 años y porque tengo dos cojones toreros. Porque por fin voy a tener un gato, porque me siento realizada en el curro y porque, aunque no tenga con quién compartir estos momentos de felicidad, pues oye, los comparto conmigo misma, que a veces creo que tengo doble personalidad.

Así que… ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ MISMA! ¡QUE ME LO MEREZCO COÑO!

Pluriempleo… ¡y adiós penas!

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Cuando tienes un trabajo, pasas 8 (con suerte) horas trabajando, pendiente de correos, plataformas, pc, reuniones…y llegas a casa destrozado, sobre todo los viernes. Cuando tienes dos trabajos, te conviertes en la Hormiga Atómica y llegas a casa como si te hubiera atropellado una apisonadora. Pero, además, cuando uno de esos dos trabajos es de ayudante de producción en una obra de teatro… TE QUIERES MORIR.

Pero es un querer morirse como el que le pica la espalda y no llega y cree que va a explotar pero de repente se rasca con un palo y es la persona más feliz del universo. Pues así. Es un querer morirse que me mantiene ocupada todo el día, lo cual no me da tregua a pensar y a rayarme o llorar por todos los problemas que sobrepasan mi capacidad cerebral humana, porque tengo que sacar adelante el curro. Además, que es que no sólo depende de ello la obra, ya depende el alimentarme, porque a pesar de todos los cambios que ha dado mi vida en estos dos últimos meses… ¡Ya veo la luz al final del túnel! Se llama “zulito de Luci” y voy a visitarlo la semana que viene. Me tiemblan las patas sólo de pensarlo.

El caso, que entre reunión y reunión, llamada y llamada, me cuesta encontrar el momento para ir al dentista, para ir a la peluquería…hasta  para ducharme. Pero lo peor de todo es… ¡Que me encanta! Me encanta este ritmo de vida frenético en el que los viernes al salir de trabajar te toca irte a una reunión hasta las 7 de la tarde con un grupo de bohemios a discutir sobre “el imaginario” del personaje. Me encanta ser “una mujer pegada a un móvil”, y me encanta ir a premieres y estrenos todas las semanas (y más si en ellos conozco a pibonacos como Yon González. Sí. Sé que es gay. Mierda).

El caso es que he descubierto que el estrés no siempre es malo, que en ocasiones como la mía, puede ser muy, muy bueno. Es más, creo que voy a crear una terapia que se llame “Stress against tears”. Sí, en inglés, que todo suena mejor (y si no, mirad la BSO de Frozen. “¿Suéltalo?” ¡¿En serio?!).

He encontrado LA profesión.

Gracias, Sara Escudero.

No, karma, a ti no te lo agradezco, que menudos mesecitos me estás haciendo pasar, colegui.